Merecidamente,
por dedicar su vida a preservar la cultura nuestra, el Ministerio
de Cultura le acaba de otorgar el Premio Vida y Obra 2004.
“Este galardón se entrega a quienes han demostrado
una amplia trayectoria artística o académica
y han enriquecido con sus aportes a creadores en diferentes
disciplinas, la cultura y la identidad nacional”,
expresó, durante la ceremonia de premiación,
la ministra de Cultura, María Consuelo Araújo.
A lo largo de su historia, Catalino Parra ha creado en
Cartagena una escuela de formación de gaiteros jóvenes.
Ha enseñado música en diferentes planteles
y universidades y ha contribuido a enriquecer el tesoro
inmaterial del país.
Parra fue escogido entre 23 postulados para este gran reconocimiento.
Biografía
Nació en Soplaviento en el año de 1924, donde
actualmente vive, a orillas de Magdalena. Es autor de temas
que son considerados patrimonio folclórico de la
Nación, tales como: “Cartagena es bonita”,
que fuera su primera composición, “Manuelito
Barrios”, “Josefa Matía”, “El
morrocoyo”, “Animalito del monte”, “La
iguana”, “Verdá que soy negro”
mejor conocida como “Aguacero de mayo”, “Mujer
soplavientera” y “Catalina”.
Desde muy pequeño sintió el llamado de la
música. A los 10 años de edad sitió
el embrujo de las gaitas al llegar a Soplaviento un grupo
de Repelón (Atlántico) llamado Los Pileles.
También tuvo contacto con la música del corregimiento
de Evitar, en Mahates (Bolívar) y otros de la zona
del Canal del Dique, donde perfeccionó su habilidad
para interpretar los ritmos de negros, los bailes cantados
como el lumbalú, el bullerengue, la tambora, el chandé,
el porro y la cumbia, entre otros.
Su ingreso a los gaiteros
Por aquellas cosas de la vida llegó a oídos
del novelista e investigador Manuel Zapata Olivella (recientemente
fallecido) el rumor de un joven de buen bailar y compositor
de ritmos afrocaribeños, que vivía cerca de
Cartagena. Inmediatamente y sin dudarlo Zapata Olivella
fue en su búsqueda para integrarlo al grupo folclórico
de gaitas más conocido en ese momento: Los Gaiteros
de San Jacinto.
Cuando Manuel llegó, cuenta Parra ya él tenía
fama de componer sones cantaos, destacándose de forma
notable en las fiestas novembrinas y de La Candelaria.
La aventura comenzó, según lo narra el mismo
Catalino, cuando partiendo por el Río Magdalena recorrió
los numerosos pueblos hasta llegar a Puerto Salgar y allí
notó el gusto de los interioranos por el sonido de
las gaitas, los tambores y el canto.
Eso fue a partir del 13 de junio de 1954, según
lo afirma también Alberto Hinestrosa Llanos en su
libro sobre Toño Fernández y Los Gaiteros
de San Jacinto.
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